ADICCIÓN A NUEVAS TECNOLOGÍAS

Martes noche. Fin del día. Ya sólo queda decidir qué botón pulsar en el mando, ¿veo una peli o un programa fácil de entretenimiento? Realmente da igual lo que decida. La escena siempre acaba igual: Empiezo mirando la tv y cuando me quiero dar cuenta ya me he quedado sin vidas en Candy Crush… ¡Pobre TV! Ya no sabe qué más hacer para entretenerme. Cientos de canales, Smart tv… y, nada, ni caso. ¿Qué me pasa? No me doy cuenta, pero parece que en cuanto le llega a mi cerebro un nanogramo de dosis de aburrimiento, una señal ordena inmediatamente a mi brazo meter la mano en el bolsillo y sacar el móvil. Pero, no sólo me pasa con el aburrimiento, mi móvil también me defiende de otras muchas emociones desagradables a diario. Por ejemplo, estoy solo en la calle esperando a mi amigo… no viene… siento incomodidad, vergüenza… automáticamente saco el móvil, el pulgar desliza, y mis ojos miran “lo que sea”. VERGÜENZA ANIQUILADA. O estoy esperando a entrar en clase para hacer un examen importante… siento agitación, nervios… ¡ay!… automáticamente saco el móvil, el pulgar desliza, y… “lo que sea”. BYE BYE NERVIOS… Es como si se hubiese convertido en mi aniquilador de emociones incómodas. En mi vía de escape del malestar…

Reconozco que he intentado no usarlo, pero, entonces, comienzo a tener una sensación extraña, me siento como raro, vacío… Ay amigo, ¡qué miedo! ¡¿seré adicto?! …