AUTOESTIMA
Dicen que llega un momento en el que te das cuenta de lo etéreo de la vida. Lo que pensabas duradero, descubres que no lo es. Incluso las personas que te acompañan, y que te llevan acompañando años, puede que un día no estén. Tus padres, se van. Tus hermanos, también. Tu pareja. Tus hijos, hacen su vida… Entonces sientes angustia. Un vértigo casi físico. Soledad. Miedo. Y es en ese preciso momento cuando encuentras un cabo al que agarrarte. Un punto de seguridad. Descubres que hay alguien que nunca te va a abandonar, y nunca lo ha hecho. Quién, pase lo que pase, y estés donde estés, siempre va a estar contigo.
TÚ
Desde hace un tiempo he retomado relación conmigo mismo. Antes hablaba poco con él. Normalmente andaba pendiente de otras personas y, cuando me quedaba solo, pensaba en lo que tenía por hacer, o recordaba algo pasado. Ahora le presto atención. Hablamos a diario. Y me he dado cuenta de que es un tipo simpático, con un sentido del humor peculiar. Me hace reír. Me ameniza la vida. Vamos por la calle andando y comentamos. Reflexionamos. Nos llevamos bien. Además, nadie como él sabe tan bien lo que siento. Me explica el por qué de mis reacciones. Me entiende, me escucha. Y eso me alivia mucho. Reconectar conmigo mismo me ha llevado a una paz que os prometo me cuesta explicar. Es como descubrir tu cobijo. Un espacio amable, cercano, en el que puedes ser tú. Un lugar de aceptación y amor incondicional. Donde, pase lo que pase, y estés donde estés, siempre vas a estar contigo.